miércoles, 19 de marzo de 2014

Fraseología y mitología clásica.


Encontramos en nuestra lengua numerosos ejemplos de unidades fraseológicas procedentes de la mitología clásica. Es generalmente conocido el origen de expresiones como la manzana de la discordia o el talón de Aquiles y son reconocibles los episodios a partir de los cuales estas frases se consolidaron en nuestra lengua. Pero no siempre ocurre así. En otras expresiones, por proceder de personajes mitológicos menos conocidos, no es fácil reconocer la huella clásica que los alumbró. Por ejemplo, cuando se escucha o se lee la expresión tener la vista de  lince, fácilmente se puede pensar que su origen está en la gran capacidad visual de este felino, sin saber que detrás de esta expresión se esconde un personaje de la mitología griega, Linceo, que participó junto a su hermano Idas en la expedición de los Argonautas. Era tal la capacidad visual de este personaje que desde Libia era capaz de distinguir la partida de una flota enemiga desde Cartago. También era capaz de ver debajo de la tierra, como nos cuenta Apolonio de Rodas en su relato del viaje de los Argonautas:

El Argo, de Lorenzo Costa el Viejo

 "Venían desde Arena los Afaretíadas Linceo y el orgulloso Idas, orgullosos los dos de su gran fortaleza.  Linceo sobresalía sobre todo por su agudísima vista, si es verdad la noticia que decía que el héroe podía ver con toda facilidad incluso debajo de la tierra". 
 
También tiene un origen griego y relacionado con la mitología clásica la expresión tener una risa sardónica, que empleamos cuando alguien disimula otros sentimientos por medio de una risa falsa o fingida. Al parecer el origen está en una hierba llamada sardonia que provocaba espasmos y retorcía los músculos faciales a quien la tomaba, dibujándose en su rostro una mueca que parecía una amplia sonrisa. Esta planta se encontraba en Cerdeña, la isla de los antiguos sardonios. Pero además de esta explicación científica hay otra que hacen referencia al gigante Talos, un autómata de bronce, obra de Hefesto, que protegía la isla de Creta de los ataque externos. Entre sus recursos para defender la isla estaba el ponerse al fuego para calentar su cuerpo de metal y abrazar a los invasores provocándoles la muerte que morían abrasados y con una expresión en su rostro parecida a una sonrisa. Esto es lo que le ocurrió a una expedición de sardonios, que dieron nombre a esta risa forzada y  fingida.



Prueba de la antigüedad de esta expresión es que ya la recoge Homero en el canto XX de la Odisea:





ς εἰπὼν ἔρριψε βόος πόδα χειρὶ

κείμενον ἐκ κανέοιο λαβών. ὁ δ' ἀλεύτ' Ὀδυσσεὺς

ἦκα παρακλίνας κεφαλήν, μείδησε δὲ θυμῶι

σαρδάνιον μάλα τοῖον...


(Después de hablar así, cogió de una bandeja una pata de buey y se la arrojó con su fuerte mano. Odiseo inclinando la cabeza la esquivo y sonrió en su ánimo con una sonrisa sardónica.)

 Ulises vengándose de los pretendientes

El episodio tiene lugar a la vuelta de Odiseo a su hogar en Ítaca, cuando todavía está su casa ocupada por los pretendientes de Penélope y el héroe disfrazado de anciano sufre sus humillaciones. Los intrusos desconocen   la identidad del héroe y el funesto destino que les espera. Sin duda la risa forzada de Odiseo enmascaraba el odio y deseos de venganza que pronto verá  satisfechos.

Fuentes:
Diccionario RAE
Wikipedia
Odisea de Homero
Argonaúticas de Apolonio de Rodas. 

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