Son aquellos que van más allá de la nutrición básica,
gracias a las características de sus componentes fisiológicamente activos, y que aportan efectos beneficiosos sobre una o varias funciones específicas dentro
del organismo, mejorando la salud general, el bienestar y reduciendo el riesgo
de enfermar.
Se
trata de alimentos normales, ya sean naturales (como las hortalizas, frutas,
zanahorias o tomates) o modificados tecnológica o biológicamente (como la leche
o los yogures), que forman parte de la dieta habitual de la población sana,
pero a los que se les han añadido o eliminado algunos de sus componentes.
No
son, por tanto, píldoras, tabletas, suplementos o alimentos dietéticos o
destinados a un colectivo poblacional con algún problema nutricional (alimentos
sin gluten, fórmulas para lactantes, sustitutos alimenticios,…) o que estén
concebidos especialmente para adelgazar.
De
entre los cinco grupos de alimentos funcionales encontramos tres modalidades
denominadas con nombres compuestos de origen griego. Son los PROBIÓTICOS,
PREBIÓTICOS y SIMBIÓTICOS.
La
denominación de cada tipo de ALIMENTOS BIO-, debido a que sus propiedades y
beneficios son por lo general similares o complementarios, muchas veces causa
confusiones, usándose uno de de los tres términos cuando en realidad debería
haberse usado el otro. Y ello es algo que se observa diariamente en las
etiquetas de varios alimentos funcionales.
Así
pues, vamos a establecer las diferencias los tres vocablos en base a su formación etimológica a fin de aclarar conceptos y poder saber qué beneficios reales nos
puede aportar lo que comemos.
PROBIÓTICOS:
En
las lenguas modernas esta denominación se usa como sustantivación de un
adjetivo de origen griego formado por el prefijo πρό 'delante
de', 'antes de' + βίος 'vida' + el sufijo adjetival -τ-ικος/-τ-ίκη, característico
de todos los adjetivos griegos
procedentes de sustantivos con sufijo –sis. En su origen
griego esta palabra significaba 'previo a la vida', pero
en la última década del siglo XX se reintroduce como neologismo del lenguaje
técnico de la alimentación y de la tecnología de los alimentos con el
significado actual. El término renace como un híbrido formado por
el prefijo latino prō- 'hacia adelante, a favor de' y los mismos
componentes griegos arriba mencionados.
El
término se aplica, en este campo científico, a aquellas sustancias con
microorganismos vivos (esencialmente bifidobacterias y lactobacilos) que, administradas en cantidades adecuadas,
posibilitan la interacción de estos microorganismos con las bacterias de la
flora intestinal o de su mucosa determinando, así, la actividad biológica
intestinal y aportando beneficios para el organismo.
Entre
estos beneficios podemos citar su capacidad para reemplazar la microflora
intestinal (disminuida por el uso de antibióticos, a causa de enfermedades,
estrés, viajes o cambios de estilos de vida) y para mejorar las propiedades de
la microflora nativa, haciendo al intestino resistente a infecciones y
aumentando la absorción de vitaminas y minerales de los alimentos durante la
digestión. Otros beneficios más amplios son la prevención de la osteoporosis o de la caries, la reducción de la
concentración del colesterol sérico, la prevención de cáncer de
colon, etc.
Se
dan sobre todo en lácteos fermentados (como leches o yogures), productos que
suelen recomendarse en la dieta para prevenir o tratar cuadros de diarrea
ocasional o crónica, enfermedades inflamatorias intestinales, alergias
alimentarias, etc. y, en general, para favorecer la salud de la flora
intestinal.
En
base a tales beneficios, estas sustancias alimenticias hacen honor a su
etimología moderna: prō- 'a favor de, en benefico de' + βίος 'vida'.
PREBIÓTICOS:
En
este caso su etimología remonta a un término híbrido grecolatino, formada por
el prefijo latino prae- 'antes de',
'delante de', 'más que' y de nuevo el sustantivo griego βίος 'vida' + el sufijo adjetival de origen griego
-τ-ικος/-τ-ίκη, ya comentado previamente.
De
acuerdo con su etimología el término posee el significado esencial de 'anterior
a la existencia de vida en la Tierra', siendo reutilizado desde mediados del
siglo XX por el inglés como neologismo de las ciencias de la alimentación en
referencia al sustrato nutritivo del probiótico.
La
ciencia alimentaria define este tipo de alimentos como sustancias o suplementos
de la dieta no digeribles por el organismo. Estos sustratos son capaces de
escapar a la digestión en la parte alta del intestino, pudiendo alcanzar el
intestino grueso para promover, al ser fermentados por la flora intestinal, la
proliferación de bifidobacterias en el colon y de lactobacilos en el intestino
delgado beneficiosos la salud, ya que estimulan de forma selectiva el
crecimiento o actividad de las bacterias intestinales beneficiosas y suprimen bacterias
nocivas de forma potencial.
Al igual que los pro-,
los prebióticos tienen importantes funciones en el organismo, contribuyendo a mantener
el balance hidroelectrolítico, a aliviar el estreñimiento o la diarrea, a
reducir los niveles de triglicéridos
séricos, el colesterol y muchas lipoproteínas de baja densidad, así como a prevenir
enfermedades más graves, como el cáncer
intestinal.
Se
encuentran de forma natural en alimentos como el trigo, la cebolla, el plátano,
el ajo o el puerro. Asimismo, son abundantes en la leche materna o en formulas
lácteas infantiles. El yogur también lo es debido a su capacidad para
suministrar alimento a la flora intestinal. Esto explica el objetivo de las
campañas publicitarias de alimentos con bífidus activos tan presentes
actualmente en nuestros medios de comunicación.
SIMBIÓTICOS o SINBIÓTICOS
En
griego este término significa 'relativo a la convivencia' y está formado por el preverbio griego
σύν 'con', 'unión' ‘en compañía de’ + βίος 'vida' + el
sufijo griego -τ-ικος/-τ-ίκη.
Se
refiere en griego clásico las relaciones sociales entre personas, a la
convivencia y, en especial, a la que se da entre compañeros o a la convivencia
dentro de una pareja humana, pues el prefijo syn- no se usaba para
animales u otros seres vivos.
Con
este adjetivo se ha relacionado estrechamente hasta hace muy poco el término simbiosis, formado a
partir del prefijo σύν ‘con’, y el sustantivo
derivado βίωσις
‘medios de subsistencia’. El lenguaje de la biología actual lo utiliza para definir toda asociación de
individuos animales o vegetales de diferentes especies para sacar provecho de
la vida en común. Este significado se formó en el alemán Symbiose cuando
el término, en desuso desde IV
d.C, reaparece en el lenguaje biológico y botánico del siglo XIX.
Este significado pasa a los derivados de este
sustantivo, como es el caso del adjetivo simbiótico cuyo significado básico es
el de ‘perteneciente o relativo a la simbiosis’.
El significado técnico de simbiótico en
el campo de la alimentación funcional se refiere al alimento que combina componentes
pro- y prebióticos específicos.
Ángel Gil, en su Tratado de
Nutrición. Tomo II (p. 460) , escribe el término como SINBIÓTICO, con “n”, y justifica
su decisión ya que el término designa la mezcla de probióticos y prebióticos
con efectos biológicos combinados y no hace referencia a efectos derivados de
la simbiosis entre dos microorganismos.
La relación no es simbiótica sino sinérgica, esto es, conjunta, y se da porque el
componente prebiótico favorece el efecto del probiótico asociado, estimulando
el crecimiento de ciertas bacterias ácido-lácticas beneficiosas para la salud,
el crecimiento y el metabolismo humano.
Por
regla general los alimentos simbióticos son lácteos en forma líquida y bebible.
Pero, de forma natural podemos obtener elementos simbióticos de alta calidad y
difícilmente mejorables industrialmente, si combinamos regularmente y de
forma equilibrada en la dieta alimentos naturales con acción prebiótica y alimentos
con propiedades probióticas.
¿Y los MACROBIÓTICOS? ¿Son también alimentos
funcionales?
Pues
no. Se trata de una forma alternativa de nutrición de origen oriental que
trasvasa al campo de la alimentación la filosofía del equilibrio vital y
espiritual del yin-yang.
Su
dieta se basa en la combinación de alimentos yin (azucares, féculas,
lácteos, carnes, huevos) cuya composición contiene potasio, y alimentos yang
(cereales, semillas, legumbres, algas y pescado), compuestos por sodio.
Los
alimentos macrobióticos, de acuerdo con su etimología griega μακρός ‘grande’, ‘amplio’ + βίος 'vida' + -τ-ικος/-τ-ίκη,
contribuirían a hace la vida más larga y
saludable.
Macrobiotico
es, pues, un neologismo griego retomado en el siglo XX a partir del francés
decimonónico macrobiotique donde significaba
lo ‘relativo a la higiene vital que produce longevidad'. Actualmente, en
nutrición, se ha especializado para designar esta dieta, basada en los
principios cosmológicos chinos del yin y el yang adaptada a la salud del
individuo y variable según las estaciones del año, que pretende rejuvenecer
cuerpo y espíritu y hacer más longevo a quien la consuma.
Bibliografía:
-
Ángel Gil, Tratado de Nutrición. Tomo II: Composición y
Calidad Nutritiva de los Alimentos, Madrid, 2010.
-
Carmen Montero Morales, Alimentación y vida saludable. ¿Somos
lo que comemos?, Madrid, 2005
-
Daniel A. De Luis, Diego Bellido et alii (eds.)
Dietoterapia, nutrición clínica y metabolismo, Madrid, 2012.
-
dicciomed.eusal.es
Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico. USAL (2007-2012),
s.v. probiótico, ca; s.v. prebiótico; s.v. simbiosis; s.v. macrobiótica.
-
Diego Bellido y Daniel A. de Luis (ed.) Manual de nutrición y metabolismo,
Madrid, 2006.
-
Socorro Calvo Bruzos (coord..), Nutrición, salud y alimentos
funcionales, Navarra, 2011.
-
Stedman Biblingüe: Diccionario de Ciencias Médicas.
Inglés-Español, Español- Inglés. Buenos Aires, 2006.
1 comentario:
Un post muy completo.
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